Hoy
quisiera desarrollar algunas ideas acerca de la gramática. Con este término me
refiero al estudio y descripción de los elementos que conforman una lengua y
cómo es que se relacionan entre sí. En particular me referiré a la enseñanza de
la gramática en las escuelas.
Muchas
veces los alumnos reniegan de estudiar esta disciplina, argumentando que de
nada les servirá: “porque voy a estudiar Ingeniería”, “porque voy a ser
arquitecto”, “porque no voy a ser profe de Lengua”, “porque no tengo ganas
ahora”. Para cada uno de esos argumentos puedo presentar un contraargumento que
explique por qué es importante, para cualquier ámbito en el que nos
desenvolvamos y cualquier situación que nos toque vivir, tener conocimientos
gramaticales y poder aplicarlos. Esbozaré aquí algunas reflexiones al respecto.
¿Cuál
es el origen de este categórico rechazo? Quizás el problema proviene de ciertas
prácticas escolares que, influenciadas por el estructuralismo, han hecho
estudiar a los jóvenes la lengua como sistema y como taxonomías, sin tener en
cuenta el discurso en situaciones cotidianas, “como si el bagaje lingüístico
que el alumno trae de fuera de la escuela o de fuera de ‘las clases de lengua’
no debiera ser tomado en cuenta en absoluto, como si perteneciera a otro
dominio, del cual la escolarización no quiere hacerse cargo”[1].
Afortunadamente,
hace algunos años (a partir de la popularidad de teorías basadas en el enfoque
comunicacional) se intenta cambiar ese paradigma y que la escuela incluya en la
enseñanza de la lengua el bagaje que trae el alumno y pueda aprovecharlo para
hacerlo a él partícipe e instituirlo como sujeto productor de textos. Esto resulta
un avance positivo para que los jóvenes se sientan parte de esa lengua de la
que la escuela los ha dejado muchas veces afuera y sobre la que les ha impuesto
un modo de expresarse como el único válido.
No
debemos olvidar que la gramática es fundamental porque constituye una
estrategia más de comprensión de los textos, una herramienta a partir de la
cual podemos pensar por qué se construyó una frase de tal forma (y no de otra),
qué se busca destacar, cómo puede cambiar el significado de una oración a
partir de un orden u otro de los elementos que la conforman. Conocer esas
estrategias (que todos usamos inconscientemente) de manera consciente nos
permite apropiarnos del lenguaje de otra manera y pensar las producciones
propias desde otro lugar.
Me estoy
refiriendo a adquirir habilidades metalingüísticas, o sea, habilidades que nos
ayuden al control del lenguaje, y de esa manera comprender con mayor facilidad
y producir adecuadamente diferentes textos.
Es
por esto que creo que no se debe saltar
al otro extremo (como algunos proponen) y dejar de lado completamente la
gramática en la escuela, sino buscar esas otras formas de enseñarla, más
relacionadas con lo cotidiano y con todos los géneros discursivos. Los
contenidos de lengua y gramática deben articularse en estrecha relación con
cada género que se trate en clase, ya que el objetivo de su enseñanza es
aportar elementos al análisis y a la producción del alumno, partiendo siempre
de los conocimientos con los que cuenta previamente (tanto escolares como
intuitivos) y buscando instituirlo como sujeto productor de textos de su propia
lengua.
Quizás
puede ayudar a pensar esta problemática la perspectiva que plantea Marta Marín
en uno de sus escritos[2]:
“La alfabetización es un desarrollo que dura toda la vida del individuo. Esta alfabetización en sentido amplio, o conocimiento letrado, avanza en sus
saberes y desempeños a medida que se va encontrando con hechos de la
lectoescritura más complejos. Esto implica que la lectoescritura no es lo que
se aprende en los primeros grados sino una actividad comunicativa continua del
individuo en la sociedad, un desempeño de sus competencias comunicativas por
medio de la palabra, y ese desempeño está siempre en vías de ser mejorado y
ampliado”.
El conocimiento gramatical contribuye en este proceso continuo de
aprendizaje.
La
escuela ha dejado muchas veces a los jóvenes afuera de las prácticas de lengua
y les ha impuesto un modo de expresarse como el único válido. Sin perder de
vista la necesidad de que cuenten con herramientas de la lengua estándar que le
permitan, entre otras cosas, insertarse laboralmente, nuestro objetivo tiene
que ser también promover el respeto por las distintas variedades y el conocimiento
de los variados registros.
Este
cambio de perspectivas que se intenta hoy en cuanto a la gramática ¿nos dejará
más satisfechos respecto de lo que logramos transmitir o no? ¿Podremos
desplazar de las clases de lengua las metodologías que consideramos obsoletas o
cerradas y autoritarias? ¿Lograremos explotar nuestros saberes de forma que
sirvan para incluir y hacer sentir parte de la lengua a los adolescentes? ¿Seremos
capaces de hacerlos sentir sujetos productores de textos y de discurso?
Muy interesante, entiendo que el academicismo aleja a los jóvenes de la gramática, que sabiéndola es hasta bella!
ResponderBorrarGracias! Es bella, muy bella, al menos para mi. Y una gran herramienta para la vida.
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