jueves, 18 de febrero de 2016

T.E.G.: Táctica y estrategia de la gramática

Hoy quisiera desarrollar algunas ideas acerca de la gramática. Con este término me refiero al estudio y descripción de los elementos que conforman una lengua y cómo es que se relacionan entre sí. En particular me referiré a la enseñanza de la gramática en las escuelas.
Muchas veces los alumnos reniegan de estudiar esta disciplina, argumentando que de nada les servirá: “porque voy a estudiar Ingeniería”, “porque voy a ser arquitecto”, “porque no voy a ser profe de Lengua”, “porque no tengo ganas ahora”. Para cada uno de esos argumentos puedo presentar un contraargumento que explique por qué es importante, para cualquier ámbito en el que nos desenvolvamos y cualquier situación que nos toque vivir, tener conocimientos gramaticales y poder aplicarlos. Esbozaré aquí algunas reflexiones al respecto.
¿Cuál es el origen de este categórico rechazo? Quizás el problema proviene de ciertas prácticas escolares que, influenciadas por el estructuralismo, han hecho estudiar a los jóvenes la lengua como sistema y como taxonomías, sin tener en cuenta el discurso en situaciones cotidianas, “como si el bagaje lingüístico que el alumno trae de fuera de la escuela o de fuera de ‘las clases de lengua’ no debiera ser tomado en cuenta en absoluto, como si perteneciera a otro dominio, del cual la escolarización no quiere hacerse cargo[1].
Afortunadamente, hace algunos años (a partir de la popularidad de teorías basadas en el enfoque comunicacional) se intenta cambiar ese paradigma y que la escuela incluya en la enseñanza de la lengua el bagaje que trae el alumno y pueda aprovecharlo para hacerlo a él partícipe e instituirlo como sujeto productor de textos. Esto resulta un avance positivo para que los jóvenes se sientan parte de esa lengua de la que la escuela los ha dejado muchas veces afuera y sobre la que les ha impuesto un modo de expresarse como el único válido.
No debemos olvidar que la gramática es fundamental porque constituye una estrategia más de comprensión de los textos, una herramienta a partir de la cual podemos pensar por qué se construyó una frase de tal forma (y no de otra), qué se busca destacar, cómo puede cambiar el significado de una oración a partir de un orden u otro de los elementos que la conforman. Conocer esas estrategias (que todos usamos inconscientemente) de manera consciente nos permite apropiarnos del lenguaje de otra manera y pensar las producciones propias desde otro lugar.
Me estoy refiriendo a adquirir habilidades metalingüísticas, o sea, habilidades que nos ayuden al control del lenguaje, y de esa manera comprender con mayor facilidad y producir adecuadamente diferentes textos.
Es por esto que creo que no se debe  saltar al otro extremo (como algunos proponen) y dejar de lado completamente la gramática en la escuela, sino buscar esas otras formas de enseñarla, más relacionadas con lo cotidiano y con todos los géneros discursivos. Los contenidos de lengua y gramática deben articularse en estrecha relación con cada género que se trate en clase, ya que el objetivo de su enseñanza es aportar elementos al análisis y a la producción del alumno, partiendo siempre de los conocimientos con los que cuenta previamente (tanto escolares como intuitivos) y buscando instituirlo como sujeto productor de textos de su propia lengua.
Quizás puede ayudar a pensar esta problemática la perspectiva que plantea Marta Marín en uno de sus escritos[2]
La alfabetización es un desarrollo que dura toda la vida del individuo. Esta alfabetización en sentido amplio, o conocimiento letrado, avanza en sus saberes y desempeños a medida que se va encontrando con hechos de la lectoescritura más complejos. Esto implica que la lectoescritura no es lo que se aprende en los primeros grados sino una actividad comunicativa continua del individuo en la sociedad, un desempeño de sus competencias comunicativas por medio de la palabra, y ese desempeño está siempre en vías de ser mejorado y ampliado”. 
El conocimiento gramatical contribuye en este proceso continuo de aprendizaje.

La escuela ha dejado muchas veces a los jóvenes afuera de las prácticas de lengua y les ha impuesto un modo de expresarse como el único válido. Sin perder de vista la necesidad de que cuenten con herramientas de la lengua estándar que le permitan, entre otras cosas, insertarse laboralmente, nuestro objetivo tiene que ser también promover el respeto por las distintas variedades y el conocimiento de los variados registros.
Este cambio de perspectivas que se intenta hoy en cuanto a la gramática ¿nos dejará más satisfechos respecto de lo que logramos transmitir o no? ¿Podremos desplazar de las clases de lengua las metodologías que consideramos obsoletas o cerradas y autoritarias? ¿Lograremos explotar nuestros saberes de forma que sirvan para incluir y hacer sentir parte de la lengua a los adolescentes? ¿Seremos capaces de hacerlos sentir sujetos productores de textos y de discurso?



[1] Marín, M., Lingüística y enseñanza de la Lengua, Ed. Aique, Bs. As., 2000.
[2] Op.Cit.

2 comentarios:

  1. Muy interesante, entiendo que el academicismo aleja a los jóvenes de la gramática, que sabiéndola es hasta bella!

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    1. Gracias! Es bella, muy bella, al menos para mi. Y una gran herramienta para la vida.

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