martes, 23 de febrero de 2016

Reseña: "La mujer en cuestión" de María Teresa Andruetto

        El libro que reseñaré en esta ocasión no es de literatura infantil. Apareció en mi biblioteca hace unos meses, pero recién tuve tiempo de leerlo durante los primeros días de febrero.
            Sobre la autora, María Teresa Andruetto, aquí les dejo el link de su página, donde pueden conocer acerca de su vida y su obra. Mi experiencia particular con ella fue muy amena en la infancia. Luego estuvo ausente de mi vida hasta hace un par de años cuando la redescubrí desde sus textos ensayísticos. El año pasado en particular fue el año de redescubrir su literatura y debo decir que se ganó un lugar en mi lista de favoritas.
            Como característica destacada de su escritura puedo mencionar que tiene un tono algo melancólico y bastante introspectivo. En este libro en particular, pareciera que las escenas se desarrollan en color sepia, incluso las del presente.
            Es interesante destacar que esta novela, según algunos críticos, forma parte de una nueva narrativa que inscribió los sucesos de la última dictadura militar en la literatura argentina de una manera bastante particular. En especial, la prosa escrita por Andruetto (al ser la transcripción de un informe) tiene un carácter en extremo neutral. No se busca el goce estético, quizás porque resulta "inmoral" embellecer hechos tan terribles
            La mujer en cuestión es una novela extraña, construida a partir de una forma textual muy peculiar. Impacta desde la primera línea:

            “Mide un metro con setenta y cinco, una altura superior a la media de las mujeres argentinas de su tiempo. Pesa actualmente ochenta kilos, unos cinco por encima de su peso ideal. Tiene los ojos verdes, no del que habitualmente se prefiere para los ojos, sino de un verde, a juzgar por testimonios y fotografías, algo oscuro, que se podría denominar, con alguna dispensa, color mate cocido. No obstante, aun cuando no se trate del verde más deseado para unos ojos, parecen ser los suyos realmente notables…[1]

El narrador se presenta como un informante, suponemos un detective privado, al que le han pagado para que reconstruya los sucesos de la vida pasada y presente de Eva Mondino, “la mujer en cuestión”. El texto que leemos, justamente, es ese informe presentado a su cliente por parte del investigador. La identidad del cliente no es revelada en ningún momento del libro.
            Los colaboradores de la investigación son tanto amigos y familiares de Eva, como ella misma, que brinda información porque necesita el dinero para sus gastos diarios. Al parecer después de “lo que le sucedió” vive de trabajos informales que le permiten a duras penas llegar a fin de mes. Eso, sin embargo, no la preocupa demasiado.
            A medida que avanzamos en la lectura van apareciendo diferentes hipótesis acerca de los sucesos de la vida de “la mujer en cuestión”, que el informante va elaborando a partir de los testimonios que recoge. Pese a que sugiere constantemente que su labor es objetiva, en diferentes ocasiones el redactor muestra sus opiniones o hipótesis acerca de lo que ocurrió. Además, debemos intuir que los testimonios que se han volcado en el informe son elegidos especialmente para moldear la “idea de Eva” que el mismo investigador se ha hecho a partir de las entrevistas.
            No es una novela que presente hechos cronológicamente. Tampoco es una novela que muestre acciones ejecutadas directamente por los personajes. El relato consiste en una yuxtaposición de voces que el narrador/informante va enlazando según le parece conveniente: es un rompecabezas de la figura de Eva que se conforma con las “piezas” de los testimonios, según lo que ese informante cree que es más verosímil o más cercano a lo que verdaderamente ocurrió.
            En cuanto a las voces que oímos opinando acerca de la vida de Eva, representan de forma bastante precisa las diferentes posturas que suelen aflorar en la sociedad cuando algo “polémico” (por llamar de alguna manera al hecho de ser privados de forma ilegítima de nuestra libertad y/o vejados en nuestra condición humana) ocurre: asoman en esas voces los sobreentendidos, los chismes, los prejuicios, los preconceptos y, afortunadamente, la fidelidad de las personas realmente cercanas que intentan explicar (con mayor o menor éxito) lo que saben que ocurrió realmente.
            Los lectores podemos aferrarnos, para seguir el itinerario, de algunas certezas: Eva nació en el año 1952 y estuvo secuestrada en Campo de La Ribera durante parte de la última dictadura militar en Argentina (específicamente entre 1976 y 1977); al parecer cursó un embarazo durante el año 1976 y dio a luz mientras estuvo detenida. Lo que ocurrió con su hijo, los motivos por los que fue detenida, qué ocurrió con su vida después de salir de prisión...son todos sucesos acerca de los cuales se nos brindan pistas, posibles desenlaces, pero ninguna certeza.
            Otro gran interrogante que plantea este libro tiene que ver con algo que Eva hizo y que tiene la peculiaridad de ser lo único de lo que se arrepiente en la vida. ¿Qué es eso tan terrible o tan vergonzoso? Podemos hipotetizar, pero no tenemos certezas.
            Y allí reside, en mi opinión, la maravilla de este libro. No nos deja conformes, “llenos” con un final cerrado. Ni siquiera con un final. Lo que se cuenta no está ordenado cronológicamente, debemos ser nosotros los que ordenemos las piezas del rompecabezas que el informante pone sobre la mesa. Nosotros tenemos la oportunidad de encontrar posibles respuestas a los interrogantes abiertos, a partir de reflexiones o pistas ínfimas.
La mujer en cuestión es un libro que no termina cuando llegamos a la última página, sino que nos incita a seguir pensando, a releerlo, a discutir con otros que también lo hayan leído, a buscar por nosotros mismos las piezas que faltan en el rompecabezas.



[1] Andruetto, M.T., La mujer en cuestión, Buenos Aires, Debolsillo, 2009.

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