miércoles, 13 de abril de 2016

Dictadura y literatura infantil (II): "El mar y la serpiente"

“Papá se fue en bici.

Papá se perdió.

Digo, ¿papá se perdió?
Mamá me mira. No habla. Le cae mucha agua de los ojos.
Digo, no llores, mami. Digo, ya va a encontrarse.
Me duele la panza. Pero no lloro.”
(Paula Bombara, El mar y la serpiente)

Continuando con el especial que comenzó en el artículo anterior que publiqué, hoy quisiera reseñar una novela juvenil con la que tuve una experiencia muy especial: “El mar y la serpiente” de Paula Bombara.
            La primera vez que empecé a leerla no pude pasar de las primeras páginas…porque la emoción fue más fuerte. No había lugar para otra cosa que no sean lágrimas. Dejé mi ejemplar en la biblioteca por unos meses. Junté coraje. Y en este mes de marzo lo retomé. Volví a leer esas mismas páginas pero sabiendo lo que venía, mordiéndome los labios…
            No quiero para nada desalentarlos a la lectura. Al contrario. Es tan necesaria esa catarsis frente a dolores tan profundos que hemos vivido o hemos mamado, como en mi caso. Y es necesaria para poder comprender muchas cosas.
             La maestría de Paula Bombara radica en que leyendo esta novela podemos ponernos enteramente en la piel de la protagonista: una niña que un día no ve más a su papá. No entiende muy bien qué pasó con él. Se da cuenta que los adultos fingen y ocultan algo. Es una niña que a lo largo de la novela va creciendo y va descubriendo su historia poco a poco.
            La novela está dividida en tres partes: “La niña”, “La historia” y “La decisión”. La primera narra la infancia de la protagonista, ese momento en el que ocurre la desaparición de su papá. La segunda parte cuenta cómo se va enterando esa niña (que ya creció un poco) de todo lo que ocurrió. La última parte, finalmente, muestra cómo esa protagonista (que ya no es tan niña) decide tomar las riendas de su identidad y contar su verdad.
            Cada parte de este libro está escrita de diferente manera: “La niña” es puro fluir de conciencia de la niña. A lo largo de las páginas notamos cómo ella va creciendo: sus percepciones del mundo y de lo que sucede a su alrededor se van modificando. “La historia” entrelaza diálogos con la madre y monólogos interiores de la protagonista. “La decisión” es un nuevo fluir de conciencia de esta niña-no-tan-niña con breves diálogos intercalados.
            Ese recurso de “exponer” de forma tan directa lo que pasa por la mente de la protagonista es lo que nos moviliza tanto como lectores. El sentimiento de no ser querida, de haber sido abandonada por no ser merecedora del amor de su padre…todo eso que piensa la niña y que nos pone a nosotros en ese lugar desolado. Nos cuestiona: ¿qué hubiésemos pensado si de un día para otro papá no volvía a casa? ¿qué hubiésemos creído si nadie nos decía algo concreto sobre lo que había ocurrido con él? ¿cómo creer que murió? ¿cómo entender lo que ocurrió?
            Toda la novela nos lleva a acompañar a la niña a transitar el largo camino del duelo ante la pérdida de su papá. Un duelo que dura años, porque la verdad se revela a cuentagotas, a medida que la protagonista se rebela y exige saber qué pasó. A medida, también, que la mamá puede abrirse y contar la historia. Y allí, al compartir el duelo madre e hija pueden empezar a sanar sus heridas.
            El relato de Paula Bombara nos emociona, nos conmueve, nos enoja y también nos libera del silencio impuesto. A los que no vivimos la dictadura, nos pone en la piel de quien la padeció de la peor forma: perdiendo, sin entender, a uno de sus seres más amados. Y también nos pone en la piel de quien la padeció desde otros lugares: sabiendo del terror y debiendo callar, sufriendo en silencio no poder revelar su verdad.
            Una novela necesaria para comprender y no olvidar lo que nos ocurrió hace, tan solo, cuarenta años.

            “Un agujero de 30.000 personas que podrían haber hecho tantas cosas…
            No están ni para preguntarles la hora.
            Pero bueno, no podemos cambiar el pasado. Lo que sí podemos hacer es recordar que nos faltan injustamente.
            Yo jamás podré olvidarlos. Lo tengo a mi papá, que me recuerda siempre a los otros 29.999.”[1]



[1] Bombara, P., El mar y la serpiente, Grupo Editorial Norma, 2005.

3 comentarios:

  1. Muy buena tu reflexión Viole. Creo que Argentina quedó marcada por esa situación. Veo que el duelo es algo que afecta a todo el mundo. En el país donde resido la falta del padre a través de las guerra. Guerras de años que no paran y familias que siguen perdiendo a sus padres. Lo que me gusta mucho es la Introspección que decís, como uno con un libro mágicamente puede lograr eso, es increíble!! Me encanta!! Gracias!! :)

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